Publicado por: The New York Times
Publicado el 12-11-2025 en New York, Estados Unidos
Rodolfo Agrella fue encargado de honrar con su trabajo a la primera santa venezolana, la madre Carmen Rendiles, quien además de haber dedicado su vida a los pobres y los enfermos, fue una habilidosa carpintera.
Por Ifeoluwa Adedeji
12 de noviembre de 2025 a las 05:03 ET
Carmen Elena Rendiles Martínez nació en 1903 en Caracas, Venezuela. Perteneciente a una familia acomodada de origen francés, estudió arte en su adolescencia. A los 23 años ingresó en una orden religiosa francesa, las Siervas de la Eucaristía, y cinco años más tarde dedicó su vida a la Iglesia. Falleció en Caracas, de gripe, en 1977.
Nacida sin brazo izquierdo, practicó la carpintería desde muy joven a pesar de su discapacidad. Dejó muebles que había hecho para las Siervas de Jesús, congregación que fundó en Caracas en 1965 para cumplir la misión de ayudar a los pobres y enfermos, y en la que fue la primera superiora general (la cabeza de la congregación) hasta su muerte.
“Tenemos una fotografía de la madre Carmen trabajando, esforzándose con una sola mano, sujetando un listón de madera”, dijo Rosa María Ríos Gómez, reciente dirigente de la congregación, utilizando el nombre por el que se conocía a su predecesora.
“Convirtió las cajas de madera que se utilizaban para repartir fruta y verdura en mesitas de noche e hizo pedestales para sostener flores”, añadió la madre Ríos Gómez.
“También era una gran jugadora de tenis”, dijo Patricia Phelps de Cisneros, coleccionista de arte que se casó con Gustavo Cisneros, sobrino de la madre Carmen.
Ahora es una santa.
El 19 de octubre, la madre Carmen fue canonizada en Roma como la primera mujer santa de Venezuela, homenajeada por una vida de virtud inusual y por un milagro que se le atribuyó tras su muerte. (Trinette Durán de Branger, cirujana venezolana que había sufrido una grave lesión que le dejó inutilizado el brazo derecho, se curó misteriosamente en 2003 tras rezarle).
En la actualidad, los numerosos homenajes que se rinden a esta nueva santa son los que cabría esperar para un parangón.
Adriana Emilia Guerrero Vierma, de 34 años, monja de la congregación de la madre Carmen, quien apoyó ardientemente su canonización en una cuenta personal de Instagram que tiene unos 90.000 seguidores, dijo que lo que más admiraba de ella “era su capacidad para dejarlo todo”. Aunque la madre Carmen nació en el seno de una familia de élite, señaló la hermana Adriana, “eligió renunciar a las oportunidades que el mundo le ofrecía para dedicarse por entero al plan de Dios y a los más necesitados”.
Rodolfo Agrella, un diseñador venezolano de 41 años que vive en Nueva York, expresó su admiración por la madre Carmen en otros términos.
“Era una tipa dura”, dijo Agrella.
En 2022, cuatro años después de que la madre Carmen fuera beatificada —un paso importante en el atenuado camino hacia la santidad—, su familia encargó a Agrella que diseñara un medallón con su retrato que colgaría en la Iglesia de Santa Teresa, en el Lower East Side de Manhattan. Se eligió ese lugar por el gran número de feligreses venezolanos.
En el curso de su investigación, Agrella decidió que la foto de una anciana dulce y dócil en la que iba a basar el retrato no se correspondía con su impresión de la madre Carmen como una dinamo con un pícaro sentido del humor, o como él dijo, “una monja atrevida, superdivertida y muy enérgica”.
Agrella quería mostrar a la madre Carmen tal y como era a sus 50 años, cuando maniobró con valentía a través de la política dominada por los hombres de su país y de su iglesia en sus esfuerzos por fundar las Siervas de Jesús. No existían buenas fotografías de ella en esa edad, dijo, así que recopiló decenas de otros periodos de su vida y utilizó la inteligencia artificial para generar 780 representaciones distintas de cómo podría haber lucido. Dijo que una de esas imágenes, según su familia, se parecía exactamente a ella.
Con el tiempo, el objetivo de Agrella en Santa Teresa se amplió. Trabajó en un espacio devocional para la madre Carmen que debía incluir un busto de piedra de la monja impreso tridimensionalmente, además de otros objetos religiosos.
Agrella esbozó un soporte sobre el que se colocarían los objetos: un tablero ovalado suspendido sobre cuatro esbeltas patas, con un estante ovalado debajo. Seis meses después, visitó la congregación de la madre Carmen en Caracas, que tiene un pequeño museo con varias de sus piezas de mobiliario. Allí, en un rincón, había una mesa de madera que ella había construido: dos óvalos apilados sujetos a cuatro esbeltas patas. La mesa, que Agrella nunca había visto antes, era idéntica a la que había diseñado.
“Comencé a llorar”, recordó Agrella.
En 2023, la marcha del párroco de Santa Teresa supuso la interrupción del proyecto de Nueva York. Pero para entonces, Agrella se había ganado el corazón de las Siervas de Jesús, quienes utilizaban su retrato revitalizado de su fundadora para promover su canonización.
Al año siguiente, anticipando ese acontecimiento, se le pidió a Agrella que diseñara un relicario, un recipiente que alberga un fragmento del cuerpo o la vestimenta de un santo. (En el caso de la madre Carmen, se trata de un trozo de la parte superior del brazo; Agrella dijo que no está seguro de qué extremidad). Él y su equipo diseñaron un contenedor moderno y elegante de acero pulido que reflejaba todo lo que lo rodeaba, una referencia simbólica a las buenas obras que abarcaba la madre Carmen.
“Hace que te veas reflejado en ella”, dijo Agrella.
Expuesto en la fachada de la Basílica de San Pedro de la Ciudad del Vaticano el 19 de octubre, el vivaz retrato de la Madre Carmen destacaba nítidamente entre los de otros seis nuevos santos, entre ellos José Gregorio Hernández, un médico benévolo que murió en 1919 y es el primer hombre santo de Venezuela.
Agrella, quien asistió a la ceremonia en Roma, recordaba con orgullo haber visto al papa León XIV balancear un incensario que dispensaba incienso mientras se acercaba al altar donde relucía el relicario de la mujer ahora conocida como Santa María del Monte Carmelo Rendiles.