Publicado por: MadreCarmenRendiles.com
Publicado el 27-01-2017 en Caracas, Venezuela
Cuentan que un padre de familia fue a un parque de diversiones con sus dos hijos, uno de 3 años de edad y el otro de 6 años. La entrada tenía un costo de 5 Bs para los niños menores de 5 años y de 10 Bs para los niños mayores de 5 años. Cuando se acercó a la taquilla donde vendían los boletos, el taquillero le preguntó:
- ¿Cuál es la edad de los niños?
El hombre le respondió:
- 3 y 6 años.
El taquillero le replicó:
- ¿Es usted tonto? Me ha podido decir que tienen 3 y 5 años y pagar sólo la tarifa de 5 Bs. Ahora que me dijo la verdadera edad de sus hijos, tendré que cobrarle más. ¿Acaso cree que alguien se hubiera dado cuenta?
El padre le respondió:
- Sí, mis hijos.
Las mentiras pueden socavar la credibilidad, puede desintegrar relaciones y corroer la confianza. Las mentiras nos humillan, nos deshonran, y nos hace preguntarnos si la persona que nos mintió, alguna vez nos ha dicho la verdad. El aspecto central de la mentira es que al hablar, creamos el mundo que queremos ver. Aunque las llamemos mentiras piadosas, cuando lo que decimos no es la verdad, es una mentira.
¿Por qué mentimos?
Mentimos porque sinceramente creemos que es lo mejor que podemos hacer para nuestro beneficio en ese momento. Vivimos en un mundo de engaños. Las mentiras tienen influencia en la historia y persuaden a la gente. La mentira está cobrando aceptación como una filosofía de vida, que además la están recibiendo nuestros hijos, y como resultado, ellos también mienten. Pronto esta generación pasará a ocupar cargos de liderazgo, empezará la actividad laboral, entrará al mundo político y al sistema educacional, y se convertirán en madres y padres.
La mentira más seria, es cuando es otro el que miente. A nadie le agrada admitir que mintió. Sea que nos abstengamos de decir la verdad o que digamos una media verdad, a veces mentimos. Nuestras razones incluyen lo siguiente: Mentimos para preservar nuestro sentido de dignidad. Queremos parecer mejores de lo que somos porque queremos agradar a los demás.
Exageramos las circunstancias para inflar nuestros egos o para esconder nuestra vergüenza, temor y desilusiones. Tal vez sea demasiado vergonzoso o doloroso confrontar la verdad sobre otros o sobre nosotros mismos. Mentimos para evitar que nos descubran. Al decir medias verdades intentamos que nuestro cónyuge o nuestros padres no descubran una vida
secreta, una aventura amorosa, gastos excesivos o drogadicción. Mentimos para obtener un beneficio financiero.
¿Por qué creemos las mentiras?
Nos han enseñado a confiar. Enseñamos a nuestros hijos que es importante confiar. La confianza es el mejor regalo que un cónyuge le puede hacer al otro. En realidad, la confianza es algo crítico en toda relación, sea entre amigos, empleado-empleador, el presidente de un país y su pueblo, padre-hijo, marido-mujer. Cuando alguien no dice la verdad y lo descubrimos, la relación se desintegra. Los mentirosos triunfan al seducir nuestra confianza y luego al violar esa confianza. Después, asumen control penetrando en nuestra realidad y nos imponen la realidad de ellos. Nos dicen que lo que vemos, creemos, oímos y sentimos es falso. Y porque queremos creer, dejamos en suspenso nuestra incredulidad y creemos, una vez más. Las mentiras nos apartan de
nuestra búsqueda de la verdad y desintegran nuestra integridad. El engaño es como una violación física pero invisible. En vez de ser un ataque físico, las mentiras atacan la mente y hacen impacto en el espíritu. Si el mentiroso es alguien ante quien hemos desnudado nuestro cuerpo o nuestra alma, el dolor nos llega a inmovilizar. Uno comienza a dudar de uno mismo y comienza a cuestionarse en cuanto a los conceptos aprendidos sobre amar y confiar.
La sanidad de heridas mentales y espirituales no sucede de la noche a la mañana. Volver a tener confianza es algo que cuesta. No podemos escapar de la realidad de que vivimos en un mundo de engaño. No podemos hacer que otros dejen de mentir. Pero sí podemos convertirnos en personas que buscan la verdad y tienen discernimiento en cuanto en quién confiar y cuánto confiar.