Publicado por: Redacción Siervas de Jesus
Publicado el 23-11-2016 en Caracas, Distrito Capital, Venezuela
Con motivo de la celebración del 51 aniversario de la Fundación de las Siervas de Jesus por la Venerable Madre Carmen Rendiles, su eminencia Aldo Giordano, Nuncio apostólico en Venezuela ofició una misa en la capilla de las Siervas de Jesus en Caracas, Urbanización Los Palos Grandes.
A continuación se hace la transcripción de la Homilía:
"Queridas Hermanas Siervas de Jesús, queridos amigos todos,
Siento mucha alegría al celebrar con Ustedes la Santa Misa por el quincuagésimo primer aniversario de su Congregación. Agradecemos al Padre de los Cielos por todos los dones que ha hecho a nuestra Familia Religiosa y pidamos la pronta beatificación de nuestra Venerable Madre Carmen Rendiles Martínez. Saludo a la Superiora General Madre Eugenia Noreña.
Sobre todo, estoy aquí para comunicarles a Ustedes el saludo, el agradecimiento, la cercanía y la bendición del Papa Francisco. Acompañamos al Papa con nuestra oración y nuestro afecto. Le agradecemos por el don del año santo jubilar de la misericordia, apenas concluido, que tanto bien ha sembrado en el mundo.
También el Año Litúrgico está a punto de terminar y la Palabra de Dios en estos últimos días nos invita a pensar en eso que acontece en nuestra historia, en el fin de la vida, en el fin de los tiempos y del mundo. Pensar en el fin de la vida y de las cosas genera incertidumbre y probablemente nos da temor, porque es pensar en la muerte.
En la página evangélica de ayer y de hoy, san Lucas relata que Jesús acaba de entrar triunfalmente en Jerusalén y los discípulos se sienten maravillados por la belleza del Templo de Jerusalén. En esos momentos, el Maestro profetiza sobre la destrucción total y definitiva de Jerusalén que se iba a producir menos de cuarenta años después de que Jesús expresara su mensaje. Jesús no habla solo de la destrucción del templo, sino también de las destrucciones terribles que suceden en la historia: "se levantará una nación contra otra... habrá grandes terremotos, epidemias y hambre.. los perseguirán a ustedes y los apresarán, /os llevarán a /os tribunales y a la cárcel... /os traicionarán ...matarán a algunos de ustedes ... ".
En este contexto dramático resuena, a pesar de todo, la palabra de confianza y de esperanza de Jesús: "Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis miedo". "Sin embargo, no caerá ningún cabello de la cabeza de ustedes. Sí se mantiene firmes, conseguirán la vida". "Háganse el propósito de no preparar de antemano su defensa, porque yo /es daré palabras tan llenas de sabiduría que ninguno de sus enemigos podrá resistirlos ni contradecirlos en nada"
En la historia y en nuestras vidas, encontramos dramas humanos y calamidades naturales, pero nosotros conservamos la confianza y no nos asustamos por el futuro porque creemos en un Dios que ha venido en la historia para tomar sobre si estos dolores muriendo en la Cruz. La Resurrección de Cristo nos dice que al final triunfa siempre el bien, la vida.
El Libro del Apocalipsis describe el gran combate final entre el bien y el mal y la victoria del bien, la victoria contra la bestia. El Resucitado es el vencedor final.
¿Qué hacer delante de la vida que pasa, delante de la historia que ve caer cada cosa, también las más sagradas, como el templo, como la vida?
Se trata de buscar y vivir por un ideal en la vida que no muere, que no cae delante de terremotos, guerras, cárceles. Este ideal existe y es Dios. Este ideal es el amor que Jesús ha traído a la tierra. Jesús ha salvado la historia introduciendo en la historia el secreto del amor. Todo cae, todo pasa, pero no el amor. Jesús ha muerto en la cruz por amor. El Resucitado nos dice que el amor vence la muerte. Jesús venció la muerte donando su vida por amor. La muerte no pudo robarle la vida, porque Jesús había ya donado la vida.
El Resucitado nos dice que ninguna lágrima de la vida se pierde y que el deseo de verdad, de amor, de belleza, de infinito, de felicidad que están presentes en nuestro corazón es verdadero y se realizará, porque Él ha vencido a la muerte para siempre.
Este es el gran secreto para nuestra vida. Delante del tiempo que pasa, no es inteligente estar ocupados en preocuparnos del pasado, porque el pasado esta pasado y no podemos hacer nada. Solo podemos confiarlo a la misericordia de Dios. Ni aún es inteligente ocupar la vida en preocuparnos por el futuro, porque el futuro no existe todavía y no conocemos cuál será: ninguno de nosotros está totalmente seguro que dentro de una hora vivirá todavía. ¿Qué cosa tenemos entre las manos? Solo el presente. Y de nuestro presente que cosa permanecerá para siempre? Sólo el amor. Este extraordinario secreto me ha guiado en la vida. Vivir plenamente en el presente y en el presente buscar amar. El resto es inútil. Es inútil preocuparse del pasado, es inútil preocuparse del\ futuro. Dediquémonos en vivir bien presente y vivir bien el presente es amar ahora, vivir en el amor esta celebración.
Se cuenta que un día el joven Luis Gonzaga estaba jugando, cuando una persona se le acerca y le pregunta: ¿qué harías si te dijeran que dentro de dos horas deberías morir? El joven san Luis responde: continuaría jugando. Jesús quiere regalarnos hoy este secreto. También delante de los grandes problemas de la historia y de la vida podemos continuar "jugando”, es decir podemos hacer la única voluntad que Dios quiere de nosotros: vivir en el amor este momento presente. La única cosa que puedo hacer ahora para contribuir en los grandes problemas de la historia y también de Venezuela es vivir en el amor el momento presente, o sea esta Misa.
El Papa ha querido dedicar un año jubilar a la misericordia para decirle al mundo que Dios existe, que nos precede, que existe la eternidad, el Paraíso, que la vida tiene un sentido y que nuestro deseo de alegría y felicidad no está destinado a la desilusión.
El lema que acompaña mi escudo episcopal es: "Praecedit vos in Galileam". Son las palabras del Ángel que en la mañana de Pascua de Resurrección le dice a las mujeres: "el Resucitado les precede en Galilea". Esta frase del Evangelio me ha acompañado durante mi vida, sobre todo en tantos viajes que he tenido que hacer, sirviendo a la Iglesia. Muchas veces he pensado que Cristo Resucitado me ha precedido y me ha Resucitado me ha precedido en Venezuela! Hoy entre ustedes, una vez más, encuentro al Resucitado que me esperaba y me dice: "¡no temas!".
La vida religiosa es testimonio por excelencia que Dios es nuestro único Ideal, que Dios nos precede en el amor, indicando a la Iglesia y a la humanidad el camino que debe seguir.
Gracias, queridas hermanas, por su testimonio de fe, de amor y de esperanza para nuestro mundo y nuestro País Venezuela, que buscan fe, amor y esperanza.
Oremos para que todos permanezcamos fieles al amor en el momento presente. Roguemos al Señor, que nos envíe siempre su espíritu de fortaleza, principalmente en las horas y tiempos de prueba. Y que nosotros día a día demos testimonio de Él. Amén.
Caracas, 23 de noviembre de 2016.