Publicado por: MadreCarmenRendiles.com
Publicado el 01-03-2017 en Caracas, Venezuela
Actualmente, el Miércoles de Ceniza es, a todos los efectos, el inicio solemne del tiempo cuaresmal. No obstante, la gran mayoría de los fieles se dan cuenta de que la Cuaresma empieza al celebrar el primer domingo. No está mal que así sea, ya que lo que podríamos llamar la Cuaresma dominical sigue un ritmo distinto del de la Cuaresma ferial. Es posible, sin embargo, que hoy acuda a misa un número considerable de personas, deseosas de participar en el rito de la imposición de la ceniza. Además, hay que tener presente que, si se cree oportuno, se puede organizar el rito de la ceniza en una celebración de la palabra sin eucaristía, que incluso se puede hacer otro día distinto.
Dos son los aspectos que hay que destacar, a partir de los ritos y los textos del Miércoles de Ceniza y que hacen referencia a dimensiones esenciales de la Cuaresma: la necesidad de la conversión y el sentido profundo del ayuno.
-LA CENIZA, SÍMBOLO DE CONVERSIÓN
Es evidente que, en la mentalidad popular, el rito de la ceniza se halla muy vinculado al pensamiento de la muerte. Pero hay que tener presente que, hablando con propiedad, la ceniza -según los usos bíblicos- es signo de luto y arrepentimiento. Así, leemos que cuando Tamar fue violentada por su hermano "puso ceniza sobre su cabeza, rasgó la túnica de mangas que llevaba, puso sus manos sobre la cabeza y se iba gritando mientras caminaba" (2Samuel 13,19); y el profeta Isaías afirma que el Mesías ha sido enviado "para dar a su pueblo diadema en vez de ceniza" (61,3).
Es por eso que la reforma litúrgica del Vaticano II introdujo una fórmula de imposición de la ceniza como alternativa a la tradicional: "Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás". La nueva fórmula, inspirada en el evangelio de Marcos, dice: "Convertíos y creed en el Evangelio". No obstante, no se puede olvidar que el polvo y la ceniza evocan la caducidad y, por tanto, la condici6n mortal de los hombres y mujeres. Lo negativo sería quedarse únicamente en esta consideración pesimista. Hay que despertar el movimiento de conversión. El liturgista belga Adrien Nocent recomendaba que se dijeran ambas f6rmulas; por su parte, J. Aldazábal cree que el sacerdote las podría ir alternando.
-"EL AYUNO QUE YO QUIERO"
Pese a todas las reducciones, la Cuaresma continúa estando vinculada a la práctica del ayuno. Pero los textos de hoy y de otros muchos días a lo largo del tempo cuaresmal insisten en una idea básica: en el ayuno, lo que importa no es el ejercicio exterior sino la disposición interna a amar al Señor y al prójimo. Joel, exclama: "Rasgad los corazones y no las vestiduras". Jesús, en el evangelio, nos aconseja: "Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate". Pero, quizá el texto bíblico que describe de una manera más clara "cuál es el ayuno que quiere el Señor" sea este fragmento de Isaias (58,5-7): "¿Acaso es éste el ayuno que yo quiero el día en que se humilla el hombre? ¿Había de doblegar como junco la cabeza, en sayal y ceniza estarse echado? ¿A eso llamáis ayuno y día grato a Yahvé? ¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los oprimidos, y arrancar todo yugo? ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes?".
Por eso, tradicionalmente la Iglesia ha unido la práctica del ayuno con el ejercicio de la limosna. Es famosa la frase de un antiguo Padre de la Iglesia: "La abstinencia del que ayuna sea alimento del pobre". El ayuno no sirve para nada si no conduce a la caridad. Es un mensaje que hay que tener muy presente en el inicio del tiempo penitencial por excelencia.