Publicado por: Vatican Insider
Publicado el 26-07-2016 en Roma
«Estamos verdaderamente perturbados…». El padre Federico Lombardi atraviesa el atrio de la Sala de prensa vaticana visiblemente conmovido. Por primera vez en Europa un sacerdote fue asesinado bárbaramente por exaltados atacantes islámicos. «¡Es una noticia terrible! Han matado a un ministro de Dios y atacado a los fieles que participaban en la misa. Esta violencia horrible se dio en un lugar sagrado en donde se anuncia el amor de Dios. Nos afecta profundamente este contraste entre el anuncio del amor de Dios y este odio ciego». El portavoz vaticano no olvida «la serie de violencias que en estos días ya nos han perturbado y que han afectado particularmente a los pueblos francés y alemán».
Francisco se estaba preparando para el viaje a Polonia, que comienza hoy por la tarde. Fue advertido de lo sucedido por su secretario. El Papa participa «al dolor y al horror por esta violencia absurda, con la condena más radical de toda forma de odio y con la oración por las personas afectadas». Por la tarde, como siempre antes de sus viajes, Bergoglio fue frente al ícono de la «Salus Populi Romani» en la Basílica de Santa María Mayor, y allí también rezó por el abad Jacques Hamel. «El Santo Padre —se lee en el telegrama enviado por el Secretario de Estado Parolin al arzobispo de Ruan— está particularmente turbado por este acto de violencia que tuvo lugar en una iglesia durante una misa, acción litúrgica que implica la paz de Dios para el mundo. Pidió al Señor que inspire en todos pensamientos de reconciliación y de fraternidad en esta nueva prueba». Palabras que corresponden al real estado de ánimo del Papa y de sus más cercanos colaboradores, convencidos de que se trata de la única respuesta cristiana posible para contrarrestar esta barbarie. Francisco sabe que alimentar «una guerra de religión» es justo lo que los terroristas quieren, y no olvida que atentados semejantes a los que están sacudiendo ahora Europa representan el amargo pan cotidiano de los cristianos, de los hebreos y también de muchísimos musulmanes que son víctimas del fundamentalismo islamista.
El programa de la visita polaca, según confirman a la prensa las fuentes vaticanas, no sufrió ningún cambio. No habrá mayor seguridad. El Papa, como siempre lo ha hecho, viajará en un automóvil modesto y sin blindaje, recorrerá algunos trayectos en el «papamóvil» descubierto, en constante contacto con la gente.
Claro, en el entorno papal hay cierta preocupación por la señal que representa el asesinato de ayer. En el Vaticano hay quienes se interrogan cuál será la estrategia de los terroristas y también se temen posibles consecuencias, como el peligro de acciones violentas contra los musulmanes que viven en nuestros países. «¿Qué hay que hacer para garantizar la seguridad en nuestras iglesias?», se pregunta uno de los colaboradores del Pontífice, que concluye: «perturbarán nuestras vidas, pero no debemos darles la victoria».
El arzobispo de Ruan, Dominique Lebrun, estaba en Cracovia con un grupo de jóvenes. Antes de volver a Francia declaró que «la Iglesia no puede abrazar más armas que las de la oración y la fraternidad». «El odio sembrado para fomentar el enfrentamiento entre culturas y religiones, evocando agitando fantasmas del pasado —se lee en el editorial de «L’Osservatore Romano»— debe ser rechazado de cualquier manera y prevenido por todos». El cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán, dijo: «¿Cómo no ver en este asesinato extendido al corazón del cristianismo el valor del martirio que regularmente los cristianos celebran en la santa misa?». Otro de los prelados más cercanos a Francisco observa: «El padre Hamel se convirtió en mártir sobre el altar, con su oblación total a Dios. Esperemos que la sangre derramada sea semilla para nuevos cristianos».