Publicado por: ACI Prensa

El Papa en Pentecostés: Desterremos la cizaña y la envidia y perdonemos al que hace mal

Publicado el 04-06-2017 en Ciudad del Vaticano


VATICANO, 04 Jun. 2017 (ACI).- Uno de los frutos del Espíritu Santo es el perdón, que “libera el corazón y le permite recomenzar: el perdón da esperanza”, por tanto, “sin perdón no se construye la Iglesia”, manifestó el Papa Francisco en la homilía que pronunció con motivo de la Misa en la Solemnidad de Pentecostés.

Ante miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el Pontífice hizo hincapié en que “el perdón es el don por excelencia, es el amor más grande, el que mantiene unidos a pesar de todo, que evita el colapso, que refuerza y fortalece”.

“El perdón libera el corazón y le permite recomenzar: el perdón da esperanza, sin perdón no se construye la Iglesia”.

Francisco invitó a “pedir la gracia de aceptar su unidad, una mirada que abraza y ama, más allá de las preferencias personales, a su Iglesia, nuestra Iglesia; de trabajar por la unidad entre todos, de desterrar las murmuraciones que siembran cizaña y las envidias que envenenan, porque ser hombres y mujeres de la Iglesia significa ser hombres y mujeres de comunión; significa también pedir un corazón que sienta la Iglesia, madre nuestra y casa nuestra: la casa acogedora y abierta, en la que se comparte la alegría multiforme del Espíritu Santo”.

En este sentido, el Santo Padre aseguró que este espíritu “nos empuja a rechazar otras vías: esas precipitadas de quien juzga, las que no tienen salida propia del que cierra todas las puertas, las de sentido único de quien critica a los demás”.

“El Espíritu en cambio nos insta a recorrer la vía de doble sentido del perdón ofrecido y recibido, de la misericordia divina que se hace amor al prójimo, de la caridad que ha de ser en todo momento lo que nos induzca a obrar o a dejar de obrar, a cambiar las cosas o a dejarlas como están”.

En concreto, sobre Pentecostés el Papa explicó que el Espírito Santo “es el Don pascual por excelencia”. “Es el Espíritu creador, que crea siempre cosas nuevas”, añadió.

“En las lecturas de hoy se nos muestran dos novedades: en la primera lectura, el Espíritu hace que los discípulos sean un pueblo nuevo; en el Evangelio, crea en los discípulos un corazón nuevo”.

Al descender el Espíritu “a cada uno da un don y a todos reúne en unidad”. “En otras palabras, el mismo Espíritu crea la diversidad y la unidad y de esta manera plasma un pueblo nuevo, variado y unido: la Iglesia universal”.

“En primer lugar, con imaginación e imprevisibilidad, crea la diversidad; en todas las épocas en efecto hace que florezcan carismas nuevos y variados. A continuación, el mismo Espíritu realiza la unidad: junta, reúne, recompone la armonía”.

“De tal manera que se dé la unidad verdadera, aquella según Dios, que no es uniformidad, sino unidad en la diferencia”, pero “para que se realice esto es bueno que nos ayudemos a evitar dos tentaciones frecuentes”.

Diversidad sin unidad: “Esto ocurre cuando buscamos destacarnos, cuando formamos bandos y partidos, cuando nos endurecemos en nuestros planteamientos excluyentes, cuando nos encerramos en nuestros particularismos, quizás considerándonos mejores o aquellos que siempre tienen razón”. Entonces, “nos convertimos en unos ‘seguidores’ partidistas en lugar de hermanos y hermanas en el mismo Espíritu; cristianos de ‘derechas o de izquierdas’ antes que de Jesús; guardianes inflexibles del pasado o vanguardistas del futuro antes que hijos humildes y agradecidos de la Iglesia”.

Por otro lado, también se puede caer en la de “buscar la unidad sin diversidad”. “De esta manera la unidad se convierte en uniformidad, en la obligación de hacer todo juntos y todo igual, pensando todos de la misma manera. Así la unidad acaba siendo una homologación donde ya no hay libertad.”, advirtió.

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