Publicado por: MadreCarmenRendiles.com
Publicado el 30-03-2017 en Caracas, Venezuela
Jesús sigue rodeado de personas ansiosas por saber más acerca de su mensaje. Uno de los convidados toma la palabra queriendo saber qué mandamientos seguir para acceder al Reino. Jesús le resume todos los mandamientos en una antigua ley del Deuteronomio (6, 4-5), que recalca el amor a Dios con todo nuestro ser antes que ninguna otra cosa. Y luego toma otro mandato antiguo, que aparece en el Levítico (19, 18), y ratifica el amor que se debe dar al prójimo. La gran originalidad de Jesús está en que une los dos mandamientos, indicando que uno no se puede cumplir sin el otro. Sólo se puede amar a Dios amando al prójimo.
Las preguntas que con bastante sabiduría le hacen a Jesús algunas personas del pueblo nos dan a entender que Dios siempre ha estado presente y trabajado en todos los pueblos, en sus culturas, en todos los tiempos, depositado siempre las semillas de su Reino. Y esas preguntas un día llegan a su plenitud, se encuentran con Jesús y quedan respondidas por él. Las leyes antiguas que utiliza Jesús para responder a la pregunta que le hacen, así lo ratifican. Jesús responde con libertad y confianza porque comprueba que está vivo el deseo por encontrar el camino correcto y de tener acceso a Dios.
La comunidad, a partir de la respuesta de Jesús, entiende que el amor a Dios no está puesto fuera de la esfera humana. Es decir, amar a Dios sólo es posible amando al prójimo; y el amor que se practique con Dios debe ser igual al practicado con las demás personas. Con esta forma de unir a Dios y al ser humano, Jesús abre un panorama nuevo: se sale de la práctica deshumanizada de la ley, para llegar a lo importante: la humanización, el crecimiento cualitativo del ser humano. Aquí está la gloria de Dios y su máximo mandamiento. Lo importante será el ser humano y no las leyes que matan a las personas para rendir culto a un falso dios. Ahora el hombre es reconocido en su verdadera dimensión y se le quita al poderoso la oportunidad de manipular la ley en su favor.
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